Ya teníamos una Intranet en marcha y funcionando antes de instalar y configurar los servicios en Internet.
Se había instalado un Servidor, con GNU/Linux por supuesto, con un múltiple propósito:
Tenemos así un Servidor con tres tarjetas de red:
Bien, ¿dónde colocar el host que va a ser el Servidor en Internet?
Hay varias posibilidades: el mismo servidor de la Red Interna, un puesto colocado tras ese servidor o un host expuesto directamente al exterior. Por motivos de seguridad, ésta es la mejor opción. Colocar un servidor con puertos abiertos (http, smtp, ssh, ...) en Internet es, en sí mismo, un peligro. Es una puerta abierta, un agujero de seguridad en la práctica. Lo mejor es dejarlo expuesto a él solito, apartado de la red interna.
Se procede a cambiar el módem-router por otro con cuatro conectores ethernet al que ahora se conectan los dos servidores. Tenemos así una red formada por estos tres nodos: el router (192.168.0.1) que actúa como puerta de enlace, el Servidor Interno (192.168.0.2) y el Servidor Externo (192.168.0.3)
El resto queda invariante.
Nótese así que la Red Interna queda detrás de dos cortafuegos: el que trae el propio router y el filtrado a través de iptables que realiza el Servidor Interno. El Servidor Externo sólo quedará protegido por su propio firewall usando netfilter (iptables). Es lo que algunos denominan un host bastión.
Bueno, en principio pensé colocar dos interfaces de red al nuevo Servidor: una conectada al router (interfaz exterior) y una segunda tarjeta de red conectada a la red interior. Pero al final pensé que ya estaba bien de paranoias y me decanté por sólo una conectada al router.
No obstante, el firewall del servidor quedó preparado para que en cualquier momento podamos realizar el cambio.